martes, 8 de febrero de 2011

EL LIBRO DEL MAESTRO De Los Lugares Ocultos

Este libro debo decir con sinceridad, me ha costado leerlo, y ya van dos veces y seguramente necesitaré algunas más.  Es muy matemático, y es una ciencia  de la cual mis conocimientos son bien escasos, por lo tanto, al leer debo prestar mucha atención en todo lo que afirma y buscar la manera de revisar, que tan cierta son sus propuestas.  No niego que el escritor es apasionante en su forma de amar a Egipto y de tratar de darnos a conocer sus conocimientos, y se agradece sinceramente su sana intención.  Del libro tomaré unas citas bien precisas que realmente me han hecho volver y una otra vez la página, y revisar la información que tengo sobre esas situaciones que nos dibuja; ya que más que un escritor, es un arquitecto.


Del Libro:

Estas escrituras sagradas son usualmente divididas por los egiptólogos en cuatro colecciones, de acuerdo a los diferentes periodos a los cuales pertenece.  El primero es del antiguo imperio, escrito en jeroglíficos, al cual pertenecen las inscripciones del ataud de Amamu.  Luego llega la revisión  Tebana, también en jeroglíficos, que con gran trabajo han sido cotejados y publicados por Naville;  son seguidos, durante las siguientes( veinte)  Dinastías por otros escritos en caracteres hieráticos o sacerdotales.  Y por último tenemos las revisiones de las(veintiseís) Dinastías Saítas,  a las cuales el Libro de los Muertos debe mucho.
 
Imaginemos ahora al monarca, de pie con su rostro hacia el norte y manteniendo su mirada de medianoche a mediodía, proyectando sobre la superficie del cielo ese sagrado diseño.  Entonces cada porción  de la superficie celeste ante él se dividiría en grupos de estrellas  constelaciones, correspondiendo a las sagradas imágenes representadas sobre el planisferio, y en consecuencia con las distintas cámaras del templo a cuyas imágenes corresponde.  Así el completo campo de la visión  del observador estaría enmarcado con precisión  en grupos de constelaciones bien definidos, cada uno de ellos representando por su símbolo distintivo, inmediatamente reconocible por quienes, y ellos solos, pudieran comprender la naturaleza del plano del templo y estuvieran  al tanto de su estructura.  Y asi en cada equinoccio, abriendo un nuevo año egipcio, los huéspedes del alto cielo se reunían alrededor del Niño en su Cuna y el festival del Universo rutilante era adecuadamente celebrado en el templo de Hathor,la Madre de dios, ella misma la Habitación de la Luz Sagrada.

Pero este método de observar el asunto surge de nuestro propio y descuidado método de expresar ideas astronómicas, y de nuestro habitual uso del lenguaje que incluye  las confusas y erróneas concepciones de los griegos, y esto no hace justicia a la exactitud egipcia.
W. Marsham Adams



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